Nuestra hija mayor, Rachel, cuando tenía ocho años le empezaron a suceder cosas extrañas: se despertaba de forma abrupta en medio de la noche y se presentaba en nuestro dormitorio sin poder explicar qué la había despertado. Este patrón persistió durante varias semanas consecutivas. Aunque inicialmente lo tomamos como parte de su proceso de crecimiento y desarrollo, al no desaparecer, empezamos a sentir cierta inquietud. Nos preguntábamos qué le ocurría a nuestra hija y por qué tenía dificultades para conciliar y conservar el sueño.
En una mañana orando por ella, una imagen se presentó en mi mente, se trataba de un obsequio de cumpleaños que había recibido mi hija, por parte de uno de sus compañeros de clase en Chile; nunca habíamos relacionado este asunto con tal objeto. Era un círculo con una especie de tejido de hilo en su interior y en la parte inferior otros hilos de los que colgaban plumas. Inicialmente, este regalo no nos entusiasmó demasiado, pero al no compartir creencias en tales cosas, minimizamos su significado; por lo tanto, esta curiosa artesanía había terminado siendo colgada sobre la cama de mi hija.
¿Podría estar vinculado su inquietante despertar en medio de la noche con este objeto?, no quería aceptar esa posibilidad. Sin embargo, más tarde ese mismo día, en una conversación privada con mi hija, compartí mis pensamientos surgidos durante la oración. Fue entonces cuando ella reveló que había estado teniendo pesadillas, lo cual le impedía conservar el sueño. No había compartido esto con nosotros previamente.
El obsequio mencionado era un atrapasueños, un objeto que tiene una antigua tradición que se remonta a un pueblo indígena de América del Norte. La nota que acompañaba el regalo, ignorada inicialmente, decía que: 'según la leyenda, los sueños descienden a través de la red del atrapasueños, los sueños malos se atascan en la telaraña y solo los buenos caen por las plumas'. Así que los atrapasueños según esta creencia te ayudan a dormir mucho mejor. Pero sucedió todo lo contrario.
Con determinación, optamos por quemar el atrapasueños en el jardín y, al hacerlo, rogamos a Dios que erradicara cualquier influencia negativa de su vida y su entorno. A partir de entonces, mi hija dejó atrás las pesadillas y su sueño volvió a ser tranquilo. ¡GLORIA A DIOS!
Este incidente me brindó una mayor consciencia sobre la autenticidad de la lucha espiritual. Como creyentes, nos enfrentamos a un adversario que busca infiltrarse en todos los aspectos de nuestras vidas, hogares y familias. No obstante, estamos llamados a resistir al maligno con una fe inquebrantable (1 Pedro 5:9), confiando en que tanto nosotros como nuestros hijos pertenecemos a Cristo.
La motivación principal que dio origen a este libro es la experiencia mencionada de mi hija y los muchos testimonios de hermanos en mi paso como misionero en Chile y como pastor en otros países.
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Dr. Gerrit Vreugdenhil, Guerra Invisible, Cartago (Colombia: Presencia Ediciones), 2024